martes, 19 de mayo de 2015

Espumante

Bebería otra vez contigo del más rico y puro brebaje,
en las alturas de Santiago, mientras la noche cae.

Entre velas y cadentes compases
conversamos de la vida,
de lo mundano, de lo que nos atrae.

Reímos a carcajadas,
mirando la noche templada,
cocinaste para mí
y me alimentaste el alma.

Esa noche fue esplendida,
de cariño y atenciones,
¡Qué puedo decir!,
 por un momento me sentí reina.

Tú que sólo eres mi amigo
me hiciste olvidar algunas penas,
remeciste mis sentidos
para reconocerme valedera.

Te doy gracias con estos versos,
por si no te lo dije en aquella época,
eres un hombre correcto,
generoso y atento,
Amigo para el alma.

Que Dios siempre te guarde y
yo conserve tu alegría,
tu mirada.





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