miércoles, 13 de septiembre de 2017

LA TEMPLANZA DEL AMOR


En el desvelo nocturno del pensamiento
busqué acariciar el calor de su cuerpo, 
admirar su presencia fue mi calma
 y sus ojos...
 sus ojos, mi universo.

 Su silueta inerme contemplé
 sin trocar su anhelado asueto
 un suspiro acurrucado exhalé
 atesorando cada día al tenerlo.

 Ay del frenesí que convierte el sosiego
 ¿Por qué esta impetuosa pasión?
 Que el temor turba la razón añorando no perderlo.