miércoles, 20 de noviembre de 2013

Duna

Palpitaba la tierra dormida
esperando encontrar su refugio
abrazada en camanchaca dolida 
doblegando su sueño profundo.

Hay del amor a la tierra
que no pensaba en otra cosa
las arenas sulfuraban de pasión
un géiser le besaba la boca.

De la profunda pampina arena
un clamor le daba a la roca
las flores que allí habían
lo esperaban anhelando su sombra.

De Penumbras

En la calidez de la noche,
sentí un aroma y piel dorada;
esto fue tan profundo
que no tenía otra mirada.


De lo exaltada y sorprendida
su presencia me despertaba,
abrí mis ojos abruptamente y
el corazón ya me saltaba.

Estoy soñando me dije al pensamiento,
muy rápido me senté en la cama,
y adoré ese viento fresco
que me sonrió de madrugada.

La emoción casi olvidada venía a mi presente,
y el sabor de sus labios,
al relampaguear de mis ojos
desvelo mi noche,
lo hizo presente.

Cómo describirlo, ¡Cómo hacer que perdurara!
No cabía en mi esencia,
¿Será un regalo?- me dije-,
¿Y pudiera ser que me recordara?

Sentí su piel sobre mis labios muy brevemente,
pero fue tan real,
que casi ni respiraba.

En un supuesto del inconsciente, pienso yo,
una alegría aparente me acompañó esa mañana;
Las horas pasaron rápidamente,
y ya quería tocar otra vez mi almohada.