domingo, 27 de marzo de 2016

Hombre

¡Ay de su cuerpo hermoso!
¿Pudo sonrojarlo que dijera
que es como el cielo, que es como el oro?

No tiene tachas
no tiene tiempos
con sólo recordar sus ojos pardos
¡Ay! me desvelo.

¿Quién más admiró con estas palabras su hombría
y sus manos tibias en el desierto?

Heme aquí recordando un pasado gracioso,
casi como si lo hubiera muerto.

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