De atares y venires, la vida se va construyendo de afectos,
mordaces reflejos de luz,
de suspiros, de sentimientos.
Somos el único ser que a consciencia y voluntad ama
y el que reflexiona a ratos frente a la desgracia.
Se nos viene el querer a gotas
y en exhalaciones de caricias
corazón se nos desborda.
Mosaicos luminosos decoran nuestro andar,
recorriendo, absorviendo hechos.
Tal memorial al fugaz sentir,
que olvidamos lo que fuimos
en ese atardecer de invierno
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