El hombre nace libre, según el hombre,
pero es él mismo el que ordena las cadenas.
Le pone calzado y hebillas a los pies descalzos
aprisionando la libertad que anhela.
Subyuga sus aspiraciones a deseos mezquinos,
colocando fronteras que destierran.
No quiero ser libre si eso es lo que me espera;
el amor para el hombre libre, tristemente, ya no es tema.
Hay del Oriente y Occidente..
maldad, crueldad y desamor.
Ya miramos con pavor y en vitrina cristalina,
el destino de su propia destrucción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario